Alberto Vuelve

por Santiago Rey

Weretilneck revalidó títulos en Río Negro. El crecimiento de la derecha; las alianzas electorales y las de gestión; la influencia del clima nacional. Y un vaticinio cumplido.

Abril 2023

Fue el 11 de diciembre de 2019. Uno de los tres colaboradores más cercano a Alberto Weretilneck me lo dijo con un tono imperativo que, sin embargo, no ocultaba delgados matices de una angustia mal contenida. Hacía pocas horas que el equipo que integraba había dejado el Ejecutivo provincial después de ocho años. Weretilneck se iba con alta imagen positiva entre los rionegrinos y habiendo dejado al frente del Gobierno a quien había sido su candidata, Arabela Carreras.

Ese 11 de diciembre de 2019, café de por medio, uno de los hombres del Gobernador me dijo: “Alberto vuelve en 2023”. La improbable e inasible política argentina daba al vaticinio un aire de frase solo sostenida por la esperanza, sin raigambre en la realidad. Sin embargo, era el anticipo de la maquinaria que ese mismo día el “albertismo” ponía en marcha: la proa en dirección a la casa de Gobierno de calle Laprida, en Viedma, más allá de los temporales que, sabían, deberían enfrentar en el viaje de cuatro años.

El pasado domingo 16 de abril, la frase “Alberto vuelve” se corporizó, tomó carnadura, aunque para lograr el objetivo el Brujo -tal el apodo que acompaña a Weretilneck desde hace décadas- debió tejer alianzas más dignas del esoterismo que de la política. Sin la cantidad de votos esperados, en un escenario de dificultades financieras para la Provincia, y con complejos acuerdos político-electorales que cumplir en el futuro, Alberto volvió, tal como se lo propuso el 11 de diciembre de 2019.

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“Nunca el piso fue el 52 por ciento de 2019” dicen desde el entorno de Alberto Weretilneck una hora después de concluídos los comicios del domingo 16 de abril de este año. El ex y futuro mandatario, camisa celeste y pullover verde sobre la espalda atado por las mangas en el pecho, demora su festejo público y sus palabras de triunfo. Atiende dos celulares y repasa con sus íntimos los resultados que lo depositarán, nuevamente, en la casa de Gobierno.

Sabe que los números no son los esperados y junto a los suyos ensaya explicaciones. Una de ellas: “Nunca el piso fue el 52 por ciento” obtenido por Juntos Somos Río Negro (JSRN) cuatro años atrás. Sin embargo, durante la campaña desde el propio albertismo se había filtrado vía encuestadores propios que el oficialismo rondaría los 55 puntos. Y ahora no se estaba a la altura de las expectativas creadas.

La debacle de los oficialismos en todo el mundo -la Argentina incluida-, el descreimiento generalizado en la política que hizo caer la participación y la exploración de candidaturas antisistema, la crisis que todo lo arrastra, la inflación y el descontento por su impacto en los salarios, son frases que se repiten a modo de explicación, puertas adentro del centro de cómputos, ubicado en la ciudad de Cipolletti.

Cuando el escrutinio provisorio ya no deja dudas del triunfo, y cuando se confirma que el ministro de Gobierno Rodrigo Buteler lograba ganar la intendencia cipoleña -un fetiche para el imaginario político albertista y ciudad de la que fue en dos oportunidades jefe comunal-, Weretilneck decide que es el momento del festejo.

Los más de 42 puntos alcanzados son un caudal lo suficientemente importante como para desatar un festejo folklorizado: algunos globos, mediana concurrencia, un locutor exaltado, carteles del gremio de la construcción, bombos del sindicato de la fruta, cánticos y sonrisas. Aunque todo en la justa medida de un triunfo al que no le sobró nada.

Cuando finalmente sube al escenario del Círculo Italiano, su camisa celeste ya transpirada, Weretilneck lo hace junto al futuro intendente de Cipolletti, Buteler, y a su más reciente socio político, el Senador kirchnerista e integrante de La Cámpora, Martín Doñate. Esa extraña alianza denominada Gran Acuerdo Rionegrino y presentada como el sumun de la rionegrinización -de los intereses provinciales por sobre la “grieta”-, marcó la campaña y abre un escenario de preguntas sobre la convivencia de gestión.

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En una elección sobreanalizada desde Buenos Aires, el actual senador Alberto Weretilneck logró el 42,1 por ciento de los votos, gracias a la sumatoria de los propios de la boleta de Juntos Somos Río Negro -31,14, con un puñado de la UCR- y el 10,96 por ciento de Nos Une Río Negro, la estructura que armó Martín Doñate para acompañar al oficialismo provincial.

Así, le sacó casi 19 puntos a la lista de Cambia Río Negro (Juntos por el Cambio) que postulaba al actual diputado nacional Aníbal Tortoriello (23,90 por ciento de los votos).

La participación apenas llegó al 66,68 por ciento, bastante por debajo del promedio de entre el 73 y el 77 por ciento habitual.

El oficialismo con la fórmula Alberto Weretilneck – Pedro Pesatti, cimentó su victoria, una vez más, en el resultado de Viedma y Bariloche, las dos ciudades más fieles a Juntos Somos Río Negro.

Más allá del triunfo, si el objetivo del Gran Acuerdo Rionegrino era “ponerle un freno a la derecha” tal como desde La Cámpora se planteó explícitamente, el resultado no fue el mejor: Juntos por el Cambio pasó de tener un representante en la Legislatura a acumular catorce a partir del próximo 10 de diciembre; y la fuerza que a nivel nacional lidera Javier Milei logró dos bancas.

El casi 10 por ciento obtenido por Primero Río Negro, la versión provincial del partido de Milei con la candidatura del ex Intendente de Campo Grande y eterno referente del pichettismo, Ariel Rivero, es un resultado que permite a los encuestadores y analistas políticos anticipar un piso de 25/30 por ciento para Avanza Libertad en Río Negro en la elección nacional.

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El futuro gobierno de Weretilneck necesitará de los votos legislativos de sus nuevos socios para alcanzar una mayoría simple que le permita la aprobación de proyectos. La estrategia electoral diagramada deriva ahora en una dependencia de la voluntad de los cinco legisladores de Nos Une Río Negro y los dos de la UCR.


La próxima legislatura rionegrina estará conformada por 18 integrantes de Juntos Somos Río Negro -diez menos que la actual conformación-, los siete mencionados de sus socios; catorce serán de Juntos por el Cambio; el peronismo que bajo el sello Vamos con Todo impulsó la candidatura a Gobernadora de Silvia Horne tendrá cinco legisladores; y el partido de Milei, dos.

Así, el escenario obligará a Weretilneck al despliegue de una capacidad de negociación y conducción, que su círculo más íntimo asegura que no ha perdido, más allá del resultado en las elecciones: es que la próxima administración provincial deberá coquetear por recursos con un Gobierno nacional que, según todas las encuestas disponibles, será de Juntos por el Cambio. Y puertas adentro de la Provincia tendrá que sostener su alianza con La Cámpora. El resultado no le permite autonomía y los socios electorales deberán ser también socios en la gestión. Un difícil equilibrio. Por caso, el sector del peronismo que encabeza Doñate ha reclamado históricamente la apertura del camino más directo y corto hasta la orilla del lago Escondido. Decisión política a la que Weretilneck se ha negado sistemáticamente para no molestar los intereses del magnate inglés Joe Lewis. ¿Estará el tema sobre la mesa de negociación entre los flamantes socios políticos?

En cambio la agenda extractivista los une: la explotación al máximo de la porción de Vaca Muerta que le corresponde a la Provincia y los proyectos mineros en la Región Sur, forman parte de la agenda común. Aunque a algunos referentes peronistas locales le causen escozor, la línea que baja desde el Instituto Patria es clara en ese sentido: regalías en dólares por sobre protección ambiental.

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El domingo se hacía noche cuando en el centro de cómputos en Cipolletti el círculo más cerrado en torno a Weretilneck repartía críticas a la actual gobernadora Arabela Carreras. El cuestionamiento central: los conflictos gremiales que derivaron en paros en los ámbitos de la educación y la salud, y las manifestaciones policiales. En cambio, uno de los principales referentes y funcionario de la mandataria dijo en estricto off a este medio que “seguramente esos conflictos mermen en su intensidad después de las elecciones… y la interna no está ajena a eso”.

Esa interna en Juntos Somos Río Negro, ese vínculo oscilante entre Weretilneck y Carreras tendrá su máxima puesta a prueba cuando deban definirse las candidaturas a Intendente/a de Bariloche -los comicios son en septiembre. El actual senador y futuro Gobernador impulsa a Agustín Domingo, y Carreras ya blanqueó su intención de competir. Si hay acuerdo la mandataria lo hará dentro del partido provincial que ayudó a consolidar, si la sangre llega al río -al lago en este caso- lo hará con sello propio.