Indicios de la erosión constante
En TIERRA PROMETIDA, este mes navegamos por el universo de palabras del poeta Lucho Carranza, de Puerto Madryn. Sus versos atraviesan lo cotidiano, envuelven como un oleaje.
El poeta escribe el territorio, el cuerpo en el territorio. Escucha voces que ya están, que son anteriores. Crece el poeta con su afirmación, con su pregunta, con su sentencia personal, acaso esa respuesta a tientas que no quiere dejar se esfume, porque tal vez, en la búsqueda de una certeza, no llegue otra respuesta. En Patagonia hay suficiente espacio, hay suficiente viento, hay suficientes oídos atentos a las voces de los que fueron aquí, una memoria que resiste como la piedra en esta región del mundo, piedra que, aunque horadada, no desaparece. Queda indicios poderosos de aquello que fue transformado por la erosión. Dice el poeta chileno Elicura Chihuailaf : La nutria del mar/ guarda silencio/ pues sabe que el invisible barco es/ más fuerte que el acero/En el país de la memoria/ somos los hijos de los hijos de los hijos/ (…)la herida que sangra hacia la Tierra.
Lucho Carranza desde el otro lado de la cordillera observa el mar: la mar trae el ruido de las olas/ éstas no saben de tiempo/ sin embargo, continúan una tras otra/ (…)dentelladas blancas/ culminan donde empiezan/ los hombres culminan donde empiezan.
Es otro mar y el mismo mar para lo que se enuncia, porque es el mismo territorio y son las mismas voces las que transporta el frío, que las conserva intactas por siglos. Voces que vuelven ecos para el poeta atento. Así mientras Elicura honra: Y no digo más, porque nadie encontrará/ la llave que nadie ha perdido/ Y poesía es el canto de mis Antepasados/ el día de invierno que arde y apaga/ esta melancolía tan personal; Lucho Carranza en un ritual poético, casi en un rezo, en una entrega personal lanza: pido la bendición del sol del este/ entrego mi carne/ al lugar de mis ancestros. Del lado del Pacífico un poeta pregunta: ¿Se quedará sin sombra/ el valle en que florece/ el pensamiento, el aire/ que sembramos?, mientras que el poeta del lado del Atlántico tal vez responda con la pregunta: ¿cruzar las aguas será como cruzar el fuego?
Y estos poetas se expanden hacia adentro, distinguen cada uno su voz no por personalismo, sí por crear más espacio en el inconsciente de este Sur, que nos explique como humanidad. Así Elicura se describe bellamente como hombre entre los hombres a través de la naturaleza: La luna es el ave/ que va alumbrando mis palabras,/ su canto, memoria/ del sol sobre mis aguas,/ de dónde sino el brillo de mis peces,/de dónde el verde de mis araucarias.
Lucho en cambio, se afirma desde una naturaleza colectiva que implosiona: todos los hombres juegan/ el juego del inicio/ todo hombre es un iniciado. Busca claves en la humanidad que respira este aire aún diáfano, una humanidad que se enajena, que resiste, pero se exige permanentemente en su fragilidad: la vigilia . Sí, el poeta está despierto cuando dice casi compasivamente ante la pequeñez del cuerpo en la vastedad de esta tierra: absortos, se miran/ en un espejo cóncavo,/ un rostro gigante emerge;/ se desconocen.
O cuando en una búsqueda de respuesta a lo que es, y a la vez empatía a la lealtad de esa parte que tenemos y no es carne, Lucho afirma: los hombres/ enloquecen,/ /implosionan,/necesitan repetir.
Hoy Lucho Carranza, un poeta que entrelaza estas profundidades, con aromas, infancia, lo compartido, lo sencillo, lo entrañable. Un poeta que con sus descripciones del mundo cotidiano, nos lleva a una dimensión de la existencia tan cierta como apacible.
Les invito a entrar en su poesía
De “La carta” (Editorial Mandala, 2013, Trelew)
“Dos veces intentamos cruzar el río. Por aquí decías y señalabas un borde de piedras y musgos. Los pies en el agua formaban círculos, pequeñas ondas que se pierden en el oleaje. El agua a la cintura, entonces extendiste tu mano. Vamos, sólo nos queda la otra orilla”
***
“La herrumbre de las penas se somete necesariamente al incuestionable deseo de callarlo todo. No estoy en mis sueños. Pasajera de la distancia y el olvido, inauguro la mañana cuando abro los ojos, afuera un escaso tibio sol que no alcanza para calentar el cuerpo.
***
(…)yo me despojo de vos, ni hace falta que te nombre, he dejado todo mi odio entre esos montes, te dejo todo mi odio, el sabor amargo de mi sangre regará la tierra para que no tengas descanso ni en tu propia tumba, para que cuando mueras no dejes de retorcerte. Un reguero rojo será tu corona. Me voy a ir tan lejos que ni sombras hallarás.”
***
“La rabia es una cosa que convive con nosotras, esta rabia mía es capaz de matar y no hablo solamente de golpear. Nosotras, no sé por qué carajo abrazamos los golpes y ocultamos nuestros cuerpos.(…)”
***
“(….) mí límite es un cuerpo ultrajado, todo cuerpo es un mapa donde entran los hombres, donde dejan sus marcas, un límite donde agujereamos los deseos, donde todo termina, mi límite es un cuerpo muerto, nada.”
De “Valcheta” (edición de autor, 2018)
volvimos de noche
uno no dimensiona las distancias
hasta que las recorre
la casa lejos de todo
aún conservo un mapa del barrio de mi infancia
baldíos
casas a medio terminar
la calle españa tenía luces solitarias
una línea iluminada cortaba la estepa
el campo
nadie se aleja en la oscuridad
te vi
eras un gato que caminaba cerca nuestro
parecías perdido
no sé en qué momento pensé
que venías conmigo
***
pido la bendición del sol del este
entrego mi carne
al lugar de mis ancestros
abuelas y abuelos del este
vengo a ustedes
como cuando vengo a mí
abuelas y abuelos salgo todas las mañanas
de casa a buscarlos
elevo mis palabras
mi rostro
agradezco el despertar
***
pensabas
que
la muerte
era
el dolor
De “Humo blanco para el cuerpo” (Ed. Espacio Hudson, 2021)
LAS OLAS
la mar trae el ruido de las olas.
éstas no saben de tiempo,
sin embargo, continúan una tras otra.
inician un breve enmarañado letargo
de espumas, animales blancos desfallecen.
dentelladas blancas
culminan donde empiezan.
los hombres culminan donde empiezan.
llevan sus ruidos,
sus olores, su deleznable
torpe fragilidad con ellos.
explotan.
vomitan.
una tras otra han de repetirse
las historias de los hombres.
todos los hombres juegan
el juego del inicio.
todo hombre es un iniciado.
iniciar es culminar.
acabar. pequeña muerte.
nacer. nacer.
nacer es morir.
nacer en el preciso instante donde la rizadura
se hace bucle, movimiento.
ondulaciones emergen de la mar
como piedras de colores,
entonces, jade turmalina verde
aguamarina azul
de lirio azul
mar.
movimiento circular de la ola,
dentellada blanca
culmina
en una costa en movimiento;
donde las arenas,
las piedras, dejan entrever los resquicios
de un mundo móvil.
la mar trae las olas,
la mar la mar trae las olas,
explotan
y mueren
despatarradas entre las costas.
por eso los hombres.
los hombres
enloquecen,
implosionan,
necesitan repetir
una,
muchas historias de sí
mismos.
entregarse ensimismarse.
absortos, se miran
en un espejo cóncavo,
un rostro gigante emerge;
se desconocen,
son otros,
se desconocen,
son sus ojos su nariz sus labios,
su cara es el rostro de su padre.
un padre muerto.
las olas circulares golpean
una costa de greda,
una costa de arena y piedras.
ellos
se ven a sí mismos
en el lugar de otros.
la historia de los hombres
es un círculo que
se inicia a diario.
vuelta tras vuelta
son llevados por los años,
los trabajos, los nombres,
el grito circular de una mujer que vuelve sobre sí,
el grito de una mujer
que día tras día
ocultan en silencio,
rememoran,
la mirás aún en el ciego punto del silencio.
la amás junto a la palabra abismo.
pérdida.
locura.
decís apaciguo con palabras.
inventamos construimos babel para la
ruptura y la caída.
locura y caída,
signos de un siglo
debilitado corroído,
incomunicados abrazamos
la piel, los torsos,
rostros diluidos con el transcurrir de las
horas.
inventamos construimos babel
para olvidar.
todos los hombres
huyen
de su herida
primera.
todos los hombres huyen.
caminan sobre una huella,
se embarran,
tiemblan.
la huella es una imagen psíquica
cargada de vestigios:
aromas, ruidos,
la huella de la memoria
irá y vendrá,
zigzagueante torbellino
en abc sonoro.
habremos de recordar,
selectivamente,
habremos de recordar
la imagen la palabra,
entrelazaremos los recuerdos
con la muerte.
desandaremos en el preciso
instante de la partida.
la madre prepara esa comida,
el padre pica cebollas, ajos, morrones
rojos.
combinan colores, aromas presenciales
e irrepetibles en el movimiento ondulatorio
de los años,
en el movimiento de las aguas que fluyen.
crespa ola habrá de llegar con los aromas
y presencias del amor que se va.
volarán las olas,
la mar habrá de pacer
en
el cuerpo azul de la memoria.
una tras otra han de repetirse
las historias de los hombres,
nacidos en la mar,
nacidos para volver
y ser semilla. nacidos
para volver y fluir.
ser agua incontenible.
oleaje y ruptura emergen de las costas
de la carne, de la tierra a mar.
oleaje en movimiento de los cuerpos,
de la tierra sal.
primera redondez circular
con la que inician su fin.
la mar es un mar de ausencia.
el golpear de las olas nos recuerda
el movimiento de los cuerpos
que entran y salen
a la playa.
como si
éste fuera
el camino.
agua que fluye.
SIETE
mi papá murió el SIETE DE FEBRERO.
me da sus lentes,
unos lennon
plateados que hizo arreglar
en la calle
belgrano.
llevalos.
no sé qué digo,
a veces recuerdo lo que otros
hacen o dicen.
es como si realmente
existieran LOS RECUERDOS.
no voy a necesitarlos.
no dije nada,
ahora el enfermero
inyecta morfina.
dormirá
y no despertará.
sus lentes se volvieron a romper
cayeron de la silla de ruedas.
esa noche
se durmió tarde.
estábamos con él.
LOS HOMBRES
ALREDEDOR DEL FUEGO
contamos historias
maravillosas.
ÉL ES EL FUEGO.
a la mañana habla con dificultad
dice:
los médicos no saben nada.
tiene razón,
hubo una segunda
y tercera
inyección.
me quede con él
hasta
que durmió
y dejó de respirar.
te fuiste al lugar de los muertos.
¿CUANDO CRUCE LAS AGUAS DEL RÍO DE LA MUERTE TE VOLVERÉ A VER?
¿CUANDO CRUCE
SUS AGUAS
TE VOLVERÉ
A VER?
¿cruzar las aguas será como cruzar el fuego?
.
Lucho Carranza
Foto de Diego Danese.
Nació en Puerto Madryn en 1975. Publicó Pseudo análisis de la obra de Berni (Editorial Bajo los Huesos, 2007), La carta (Mandala Ediciones, 2013), Valcheta (Edición de autor, 2018), Humo blanco para el cuerpo (Editorial Espacio Hudson, 2021). En colaboración con Maciorowski y González compiló La cuerda de los relojes limando el tiempo. Antología de poetas de Puerto Madryn (Fondo Editorial Provincial de Chubut, 2012). Textos suyos se incluyen en diversas antologías: en Desorbitados. Poetas novísimos del sur de la Argentina (Fondo Nacional de las Artes, 2010, Bs As.); Antología Federal de Poesía. Región Patagónica (Consejo Federal de Inversiones, 2014, Bs. As.). Patagonia literaria VI. Antología de poesía del sur argentino. Claudia Hammerschmidt y Luciana Mellado (eds.). Colección Fines del Mundo, Edit. Inolas, 2019, Alemania. Participó del Colectivo Artístico Bajo los Huesos.