La ceguera como metáfora política: individualismo, nuevas derechas e insensibilización

por Anselmo Torres

El Presidente Milei dice a sus críticos que “no la ven”. Pero la verdadera ceguera es la del poder que se niega a reconocer la realidad concreta del hambre, la desocupación, la violencia y la desigualdad. Así lo plantea este artículo, sobre la base de textos de Saramago, Mbembe, Butler, Han y Hartmut.

Octubre 2025

Es posible una relectura de Ensayo sobre la ceguera (1995) de José Saramago como herramienta crítica para interpretar fenómenos centrales de la actualidad: el ascenso del individualismo, la consolidación de nuevas derechas caracterizadas por la crueldad como gramática política, y la creciente insensibilidad frente a la violencia global, ejemplificada en la indiferencia hacia la catástrofe humanitaria en Gaza. El análisis articula la alegoría de Saramago con aportes de la sociología crítica y la filosofía política en lengua española o traducida al español, desde Achille Mbembe y Judith Butler hasta Byung-Chul Han y Hartmut Rosa. La tesis central sostiene que, aunque Saramago ilumina la degradación moral cuando la percepción se clausura, resulta necesario expandir su metáfora para comprender las infraestructuras tecnopolíticas y los marcos de deshumanización que producen hoy la indiferencia social. Asimismo, se incluye una reflexión específica sobre la Argentina contemporánea y el uso político de la expresión “no la ven” por parte del presidente Javier Milei.

Ver o no ver la realidad

José Saramago planteó en Ensayo sobre la ceguera que “estamos ciegos”, no por un accidente biológico, sino porque hemos elegido -como sociedad- no mirar al otro. Esa metáfora resulta especialmente significativa para pensar la Argentina contemporánea.

Durante un tiempo, el presidente Javier Milei repitió una frase que se convirtió en muletilla: “no la ven”. La utilizaba para descalificar a quienes criticaban sus políticas de ajuste y crueldad social. Sin embargo, esa fórmula contiene una inversión perversa: no es la sociedad la que no ve, sino el poder el que se niega a reconocer la realidad concreta del hambre, la desocupación, la violencia y la desigualdad.

La analogía con Saramago es clara: la ceguera no está en quienes sufren o resisten, sino en quienes -desde posiciones de poder- deciden “no querer ver”. En este sentido, la literatura del Nobel portugués se convierte en un prisma crítico para desnudar la estrategia discursiva de las nuevas derechas, en Argentina y en el mundo, que buscan responsabilizar a las víctimas de su propio sufrimiento.

La ceguera como condición social y política

La epidemia de ceguera que relata Saramago desarma las instituciones y expone lo que ocurre cuando la percepción se clausura. No se trata de un accidente sanitario, sino de una metáfora de la indiferencia moral. “Si puedes mirar, ve; si puedes ver, repara” (Saramago, 1995) se erige como imperativo ético.

Este planteo dialoga con lo que Judith Butler (2010) denomina “marcos de guerra”: estructuras sociales que definen qué vidas son visibles y cuáles no. De igual manera, en Argentina, la consigna de Milei “no la ven” actúa como un marco discursivo que invisibiliza la experiencia de millones que padecen la pobreza, el deterioro de la salud pública o la reducción de presupuestos universitarios.

La ceguera contemporánea no es simplemente pasividad ciudadana, sino un proyecto político de invisibilización.

Individualismo y erosión de lo común

En la novela, el confinamiento en el manicomio revela la fractura de la cooperación: prevalece el cálculo egoísta y la violencia. Este escenario encuentra resonancias directas en la Argentina actual, donde las políticas de ajuste refuerzan un clima de sálvese quien pueda.

Bauman (2003) habló de la “modernidad líquida” como tiempo de vínculos frágiles; Byung-Chul Han (2014) advierte sobre la autoexplotación individualizada. En Argentina, la combinación de recortes sociales, inflación y privatización de derechos intensifica la tendencia al repliegue individual. La frase presidencial “no hay plata” es, en este sentido, el correlato económico de la ceguera moral: reduce la complejidad social a un cálculo contable que niega la dimensión comunitaria de la vida.

La metáfora de Saramago nos ayuda a comprender que el individualismo no es solo una elección personal, sino un régimen de gobierno.

Nuevas derechas y el gobierno de la crueldad

La novela muestra cómo, ante el abandono estatal, emergen soberanías violentas que administran la escasez mediante la fuerza. En la Argentina, las nuevas derechas operan de modo semejante: sustituyen la idea de derechos por la de privilegios, construyen enemigos internos y utilizan la crueldad como legitimidad.

Mbembe (2016) conceptualizó la necropolítica como el poder de decidir quién vive y quién muere. Esa lógica aparece cuando el Estado argentino recorta subsidios esenciales, desfinancia hospitales, universidades, recorta jubilaciones, o deja sin cobertura a miles de comedores comunitarios. La crueldad no es un error de cálculo: es una estrategia política que se exhibe y se celebra como símbolo de fuerza.

Así, la frase “no la ven” esconde otra verdad: el poder no quiere ver la devastación que genera, porque su legitimidad depende precisamente de invisibilizarla.

Gaza y la anestesia moral global

Parece un tema descolgado, pero traigo aquí este tema, porque la catástrofe humanitaria en Gaza revela el límite de nuestra capacidad empática global. Las imágenes circulan sin cesar, pero la repetición lo único que produce es anestesia. Butler (2010) sostiene que no todas las vidas son reconocidas como “llorables”, y el caso palestino es paradigmático.

El vínculo con Argentina no es menor: la misma lógica de invisibilización que permite aceptar la muerte cotidiana en Gaza habilita en nuestro país la indiferencia frente a la pobreza estructural o la represión de la protesta social. La ceguera global y la ceguera local son expresiones de un mismo régimen de deshumanización.

Argentina como escenario de una “ceguera concreta”

La metáfora adquiere mayor densidad si se observa la realidad argentina de los últimos años:

1. Desfinanciamiento educativo y científico: la reducción de presupuestos universitarios expresa una voluntad de “no ver” el papel estratégico del conocimiento en el desarrollo nacional.

2. Ajuste sobre los sectores populares: los recortes en políticas sociales y de salud se justifican bajo la lógica del déficit, invisibilizando las consecuencias concretas sobre familias enteras.

3. Deslegitimación de la protesta: la criminalización de movimientos sociales replica la dinámica del manicomio de la novela de Saramago, donde quienes reclaman son vistos como peligrosos antes que como portadores de derechos.

En todos estos casos, la metáfora de la ceguera se vuelve tangible: no se trata de incapacidad de ver, sino de una decisión política de negar la evidencia.

Ética del cuidado y reconstrucción de lo común

La mujer del médico, única que ve, encarna en la novela la posibilidad de recomponer el lazo social desde el cuidado y la palabra compartida. En la Argentina, ese rol lo cumplen hoy múltiples actores sociales: docentes, científicos, organizaciones comunitarias, trabajadores de la salud, que sostienen el entramado social frente a la desatención estatal.

Hartmut Rosa (2016) propone la resonancia como alternativa a la indiferencia. Aplicado a nuestra coyuntura, implica recuperar la capacidad de vibrar con el dolor ajeno, de transformar la ceguera impuesta en un acto colectivo de resistencia y solidaridad.

A modo de final

Ensayo sobre la ceguera nos ofrece un espejo inquietante: revela cómo la falta de empatía destruye lo común, cómo la crueldad se convierte en norma política y cómo la indiferencia anestesia a sociedades enteras.

Pero en la Argentina contemporánea, la metáfora se actualiza con una fuerza particular. Frente a un discurso oficial que acusa a los críticos de “no ver”, la obra de Saramago nos recuerda que la ceguera no está en quienes denuncian la injusticia, sino en quienes se niegan a reconocerla.

La lección es clara: ver es un acto político, y reparar es una obligación moral. Recuperar la visión implica construir políticas de cuidado, fortalecer instituciones democráticas y resistir la anestesia social, tanto frente a las tragedias globales como ante las urgencias locales.


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Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.
Butler, J. (2010). Marcos de guerra: las vidas lloradas. Paidós.
Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. Herder.
Han, B.-C. (2014). Psicopolítica. Herder.
Mbembe, A. (2016). Necropolítica. Editorial Fausto.
Rosa, H. (2016). Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo. Katz.
Saramago, J. (1995). Ensayo sobre la ceguera. Alfaguara.
Sontag, S. (2003). Ante el dolor de los demás. Alfaguara.