Tierra prometida - Carolyn Riquelme

por Carolina Biscayart

Poeta barilochense, sus versos aparecen en muchas antologías. En 2001, la editorial “Revuelto Magallanes” publicó su libro de poesía “Andreas y Jardines” y en 2017, Espacio Hudson, publicó “Señas”. A través de las palabras, en cada uno de sus poemas, insiste en descifrar lo que lastima, enuncia aquello que atrae al miedo, lo deja secar a la luz de los días. 

Abril 2022

Macky Corbalán enuncia, ella, Pasajera de arena: “Hay aquí un paisaje desconocido a la memoria/ Un carrousel que gira sin niños/ Gritos que, a fuerza de pavor, han quedado mudos/ Colillas que enciende la tarde y/aves que no levantan vuelo, sobresaltadas/ hurgan en los ojos/ se adueñan de la casa”.

Las poetas acostumbran a hermanarse en ciertas intenciones. En esta hermandad hoy: Carolyn Riquelme. Insiste en descifrar lo que lastima, enuncia aquello que atrae al miedo, lo deja secar a la luz de los días. Invita para que en ese transcurrir, se vean los rastros de amor salvando cada indicio de vida, limpiando el aire, los cuerpos; avivando el recuerdo, encendiendo las casas, buscando alimento. No evita palabras para hurgar en la belleza, no olvida, no es obsecuente, detecta los fragmentos que parecen ocultarse en el ruido de las cosas, y ese trabajo paciente, amoroso, se ve en la búsqueda minuciosa del lenguaje. Poesía que llega punzante y clara al centro exacto del tiempo donde se materializa el poema.



Andamiada IV



Las mujeres conversan después de los quehaceres



preparan mate y roban galletas reservadas a los niños



Se cuentan los nacimientos



las muertes



los enfermos



El inventario es preciso:

no desmerecen detalles ni lástimas por la pobre gente

por nosotras pobres

mirá lo que nos ha tocado



Recuentan las muertes con adjetivos preciosos





Andamiada V



Y así pasan los días



Escandalosas las mujeres

van gritando de una habitación a otra

mientras friegan



Nadie las escucha pero ellas

ponen las leyes en su reino



Dolores oscuros a veces las silencian

ellas cuidan los enfermos

limpian heridas

sacan la mugre



ellas crían los hijos que nadie quiere

los hacen crecer

les vigilan la fiebre y las palabras nuevas



ellas van a los entierros



apenas se enteran planchan el vestido de luto

matan algunas gallinas corren a la huerta

y preparan la comida para los dolientes



consuelan porque de eso saben





Andamiada VI



Las mujeres que viven de negro

a veces mueren



a sus entierros va todo el pueblo



las vecinas llevan flores cortadas de sus propios jardines

¿cuidarán sus flores para cuando mueren ellas?



Los hijos de crianza las llaman tías, mi tiíta dicen

como si dijeran amparo

comida caliente

vueltos de mercado para golosinas



y los enfermos se retuercen en sus catres

perturbados

¿quién velará por nosotros ahora?



Pero los hijos de sus vientres

siempre estamos lejos



las mujeres

nos mandaron a la ciudad



para que no seamos como ellas



Cuatro



I

Él tenía sed

Esa era su única posesión

Sed que le brotaba garganta abajo, hasta la orina

Sed, maldita y propia



II

Precipicio de sexo y muerte

y un país ajeno

Posesiones para enumerar en los bordes del amor





Y la soledad, esa rotura

que se le hizo en la infancia





Y la belleza



III

Él era un hombre en el desierto

Ventolera de rabia

Tuvo que elegir

Y escogió la brisa en las manos de una mujer

que está en calma

cuando termina el día



IV

Soy la que recolecta días:

horas minuciosas de amor y de asombro





Ciega, en resplandeciente oscuridad

Madrecita en las rajaduras de la ceguera



Territorio VII



En este lado sur

del territorio

el desamparo

es una premonición exacta





aprendemos a adivinar la soledad





pero a veces





nada

es tan perfecto

como el subsuelo



cuando se enciende



De papel



I

Y llovió toda la tarde

Nosotras creamos mundos

los cortamos del papel

los coloreamos

pegamos partes, pensamos los detalles

Hoy hicimos un molino rojo

Un tractor

Una laguna

Y todos los animales que encontramos en las cajas

festejaron con nosotras

las horas lluviosas

y el amor



II

El viento no se cansó de golpear la ciudad

Hasta las montañas parecían oscilar entre las nubes

Nosotras nos hicimos un día calmo

con papel, tijeras y pinceles

Colgamos con hilos la maravilla

de construir el mundo

así, como quien lo imagina perfecto

y sale a la calle

con otros

a fundarlo





Porque



I

Porque arde

frente al viento estamos

primitivos

despojados de recovecos en la lengua

Y solo el grito

se queda aullando: perro solo en el centro de los huesos

solo

ese silencio de perro solo en el centro de los huesos

y nosotros



II

La claridad de quien espera

que el árbol crezca

Y que las raíces crezcan

Y sean las manos las que tiñan las piedras y los hilos

del cuerpo

el desasosiego del centro del cuerpo

bajo el árbol

que da sombra y raíz

a bocanadas

cuando el desierto embravece

y ladra



III

El pájaro que se acuesta en mis costillas

como si yo fuese nido de cesantes

me ataja el respiro. Lo aprieta

y su dolor en mí es música que interrumpe

Y quema



Inéditos



Del orden de la pasión



I

La calle se abre fría ante el vértigo

El paso y la caída son hermanas que van de la mano

La negación del abismo es

esa piedra (la piedra diminuta la que

destella

y da contorno)



Ese trazo de los habitantes de la calle



como dibujos estremecidos

(latientes

en los ojos de un niño

que no reverencian el cerramiento de la línea

ni el afuera

ni el adentro)



la piedra

destella un cerco para no arrojarse



así el amor

así



II

Tus ojos nuevos

alumbran



el espejo de agua que deja mi cuerpo



Y así el mundo

(ese sin sentido que se revuelca en llamas)



se vuelve desnudo

y cierto



cuando caminamos con el viento y el amor en la frente

como si viento y amor fueran lo mismo





Una línea



Antes que la religión, el amor/ es materia de fe.”

Macky Corbalán



Un cuerpo en la línea del equilibrio

El margen del caos/ la ruptura



Sobre él, el cuerpo atado al cielo



Bajo él, el cuerpo/ su sangre echa raíz en la sal

de la fosa marina



Cuerpo roto en tres/

mil

cuerpos

rotos

ponen sus ojos/ como luz



en el corazón de otro



y es fe/ el amor

que esperan





(Sín título)



Sean amados

míos

corales rojos en la profundidad

Sean dientes de león en la ráfaga

semilla digerida por el zorzal o miel en el rayo luminoso de una obrera amarilla

que la calle es una cuerda que estruja

que la calle es filo nacarado

que la ciudad es agua hirviendo y fuego

y que la mano necesaria se demora

No llega no alcanza a llegar







Carolyn Riquelme nació en 1973, y reside en San Carlos de Bariloche, Río Negro. Textos suyos fueron publicados en “Marcas en el Tránsito”, antología reunida por Graciela Cros (Ediciones Último Reino, 1995); en “Desorbitados: poetas novísimos del Sur de la Argentina” compilación realizada por Cristian Aliaga (Fondo Nacional de las Artes, 2009); en “Poesía/Río Negro- Antología consultada y comentada Volumen II (FER, 2015), “Patagonia literaria VI- Antología de poesía del sur argentino” (Estudios culturales del cono sur, Inolas Publisherds, 2019) antología a cargo de Claudia Hammerschmidt /Luciana Mellado y en “Transversal-Poesía contemporánea de Río Negro” compilación realizada por Graciela Cros (FER, 2019). Fue compiladora de la antología poética de Ramón Minieri 1982-2015: “La escuela de las aves” (Espacio Hudson, 2017). En 2001, la editorial “Revuelto Magallanes” publicó su libro de poesía “Andreas y Jardines” y en 2017, Espacio Hudson, publicó “Señas”.