Toda la belleza fue mentira ese día

por Cecilia Fresco

Se cumple un año de la muerte de Guadalupe Curual, asesinada a puñaladas el 23 de febrero de 2021. El femicida la persiguió por la calle y la mató en pleno centro de Villa la Angostura. Tenía una restricción de acercamiento y había sido denunciado por Guadalupe en varias oportunidades.

Febrero 2022

Hay cosas que no terminan de pasar. Esto no es pasado, esto sigue sucediendo en esta esquina, en este pueblo brillante, en este febrero cargado de turistas, bajo la gloria de este sol.

Esa sangre no termina de secarse. Esos ojos dulcísimos no dejan de mirarnos, los tenemos en el pecho como una desesperación y la herida continúa doliendo acá y ahora.

Bety dice que había tantas denuncias, tantas mujeres acosadas, que había crecido el maltrato. Qué rabia, dice, sentir la tensión acumulada, escuchar los relatos desesperados de mujeres queridas, cercanas. Ver su dolor, el de sus hijos. Qué impotencia atestiguar en cada caso la incapacidad, la desidia, la falta de recursos de una ley indiferente. Pensaba un día va a pasar y un día pasó. Si se hubieran tomado en serio las denuncias, si existiera un método eficaz, si la justicia escuchara, si la justicia actuara, ahora los dos estarían vivos. Qué rabia, cómo pudo suceder algo así, tan anunciado y terrible y no pudimos hacer nada.

No puedo soportar ese cartel ahí, dice Silvia: un enorme anuncio de fiesta y de jardines en ese lugar, en ese mismo lugar. No quiero que la gente pase y no sepa, dice. No es verdad que haya que tapar las cosas para ser un pueblo turístico, ¿por qué creen que hay que tapar la verdad para ser un pueblo turístico? Hicimos una escultura entre varias artistas, qué difícil llegar a concretarla, algo en el cuerpo me decía no, tuve que deshacerla varias veces. Qué rabia, cómo pudo suceder algo así, tan anunciado y terrible y no pudimos hacer nada.

Yo estaba a media cuadra, dice Mati. Estaba tan cerca y no escuché los gritos. Se pregunta, se desespera, se enoja, cómo puede ser yo estaba ahí nomás, casi en el lugar, a treinta metros, justo en el momento. Piensa en los gritos que no escuchó, piensa que si hubiera estado ahí lo podría haber frenado, una toma de aikido, un pie, una piedra. Dice que un amigo estaba ahí, que intentó y no pudo, que corrió como loco al lugar y que llegó un segundo después que la muerte. Qué rabia, cómo pudo suceder algo así, tan anunciado y terrible y no pudimos hacer nada.

Fue más fuerte el brazo del odio, el cuchillo guiado por siglos de tradición violenta, de aprendizaje social violento, siglos de historia diciendo si no es mía no va a ser de nadie.

Paula dice, una chica que no pudimos salvar, un hijo de este pueblo que no pudimos frenar, hijo de una familia querida, hermano de una amiga, Qué dolor difícil, cargado de culpa y de rechazos. Qué rabia, cómo pudo suceder algo así, tan anunciado y terrible y no pudimos hacer nada.

Guadalupe tenía 21 años y una hija. 21 años y gritos. 21 años y golpes. 21 años y denuncias. 21 años y medidas de no acercamiento. 21 años y miedo y miedo y miedo. Como tantas mujeres, como tantos niños y niñas que ahora mismo tienen insultos, gritos, golpes y miedo y miedo y miedo.

Las rosas se deshacen y todavía suenan los gritos de desesperación, cómo pudo suceder en pleno centro en esta avenida brillosa, cargada de buenas intenciones, con sus adornos navideños persistentes y sus maceteros colgantes, con su boulevard colorido -y no es que tenga nada contra las rosas rojísimas de febrero, nadie tiene nada contra las rosas que sobreviven en febrero, nadie tiene nada contra el blanco glorioso de los arrayanes florecidos, nadie tiene nada contra la hermosura de los atardeceres- pero toda la belleza fue mentira ese día, porque la única verdad fue esa sangre expuesta, esa violencia a la vista y el estallido del pueblo como nunca había sucedido.


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