Buscando a Boric. Día 3.

por Santiago Rey

¿Cuánto de este presente de Gabriel Boric se explica por sus orígenes magallánicos, por las calles de frío hiriente de Punta Arenas, por la rebeldía de los trabajadores de la Federación Obrera, por su hogar cruzado por la política, por el elitismo del British School o la poesía como vía de escape? El próximo viernes 11 de marzo asume como Presidente. Tres mil kilómetros al sur de Santiago de Chile busco respuestas.

Marzo 2022

El estrecho de Magallanes no es lo que pensaba. No hay oleaje endemoniado en sus aguas. Es una alfombra celeste que deja la tarea de la furia al Cabo de Hornos, otro de los pasos australes que unen los océanos Atlántico y Pacífico. Recostada sobre el estrecho, Punta Arenas crece arraigada a un pasado de bravura fundacional, de pujanza, crisis, lucha y una constante pretensión de modernidad.

Hijo más caracterizado por esas tensiones que por la tranquilidad de las aguas que besan la ciudad, Boric protagonizó una veloz carrera política que en diez años lo llevó de dirigente estudiantil, líder de las movilizaciones contra el primer gobierno de Sebastián Piñera en 2011, a ser hoy quien lo reemplazará en la conducción del país. Entre medio, fue Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Chile y dos veces Diputado por la región de Magallanes.

¿Cuánto del carácter de Gabriel Boric se explica conociendo Punta Arenas? En esa ciudad de verano improbable que este marzo de 2022 camino encamperado hay algunas respuestas.


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Gabriel Boric repite cada vez que puede el poema de Enrique Lihn “Cementerio de Punta Arenas”, que comienza:

Por construirse estaba esta ciudad cuando alzaron
sus hijos primogénitos otra ciudad desierta
y uno a uno ocuparon, a fondo, su lugar
como si aún pudieran disputárselo.
Cada uno en lo suyo para siempre, esperando,
tendidos los manteles, a sus hijos y nietos.

El poema remite, entre otras figuras, a las diferencias de las tumbas y lápidas del cementerio puntarenense y ancla su poesía en el contraste entre la modesta y trizada lápida de los mártires del incendio en 1920 del local de la Federación Obrera de Magallanes (FOM) “caídos por la barbarie capitalista”, y al panteón de José Menéndez, rey de la Patagonia, terrateniente, empresario y responsable de masacres de indios selk’nam primero y trabajadores rurales después, a comienzos del siglo XX.

El cementerio es motivo de excursiones en la ciudad que desde hace cincuenta años trocó su pasado industrial y naviero por destino turístico de nivel internacional.

El vínculo de Boric con la poesía no termina en Lihn. Por el contrario, la poesía marcó su preadolescencia y los años posteriores. Hasta hoy. Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas, Lihn, Jorge Teillier, Gabriela Mistral, Mario Benedetti son algunos de los poetas que leía y lee.

También escribía. A los 15 años compartió en el taller de poesía y teatro La Bandada unos versos que, resignificados, fueron publicados por medios de Chile luego de ganar la presidencia. El poema Yo Soy, comenzaba:

Soy el hombre construido de montañas.
De montañas y de grandes aluviones.
Aquellos que lloraron los dioses de pena acumulada.
Los mismos dioses que vendimos al infierno.

Boric vive poéticamente, o, mejor, intenta impregnar de tono poético sus declaraciones, acaso sus acciones, tal vez su futura gestión de gobierno. Su profesor de Literatura en el rígido British College, Óscar Barrientos, recuerda que el joven Gabriel leía frenética, compulsivamente los autores del boom latinoamericano, pero también Borges, y la novela negra, y algunos rusos, formaron parte de sus obsesiones.

Boric y Barrientos aún hoy mantienen una activa comunicación literaria: veinte años después de que se conocieran en las aulas del colegio donde el ahora presidente cursó la secundaria, nuevos autores los vinculan. Me lo cuenta Óscar café de por medio, un lunes de marzo a pocos días que su alumno se cruce en el pecho la banda tricolor.

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Hay, entonces, en su interés y formación literaria una de las respuestas a la pregunta que se hace el mundo: ¿Quién es Gabriel Boric?, este hombre de grandes aluviones, este joven que con astucia maneja las redes sociales, con pragmatismo construye poder, y con romanticismo político asegura que sostendrá en su agenda de gobierno las demandas de la revuelta de octubre de 2019.

La historia rebelde de Punta Arenas ofrece otras aproximaciones.

En la antigua sede de la Federación Obrera de Magallanes (FOM) en Punta Arenas funciona ahora un hostel, protegido por una pared de chapa negra que no permite ver hacia el interior. Allí, en la calle Errázuriz 434, funcionó la oficina principal de la organización anarco sindicalista más importante del sur de Chile y una de las más fuertes del país y latinoamérica a principios del siglo XX, hasta que en julio de 1920 una horda fascista -uniformados y no- quemó la sede.

La FOM reclamó por las condiciones laborales de los trabajadores de los astilleros, el campo, los servicios públicos, enfrentó a los patrones y terratenientes, organizó huelgas, sostuvo la experiencia de autogestión anarquista conocida como Comuna de Puerto Natales -a 250 kilómetros de Punta Arenas-, esparció sus ideas libertarias por el sur del sur.

Boric nunca fue anarquista, pero la mística de aquellas luchas y el respeto por esa mirada del mundo y por la historia de la FOM hizo que bautizara “La Idea” a la oficina legislativa que abrió en su ciudad natal cuando fue diputado por primera vez, en 2014. Así llamaban los ácratas a su ideario libertario. La Idea funcionó hasta hace pocos meses como centro cultural; se hacían talleres artísticos, recitales, obras de teatro, cursos gratuitos para alumnos preuniversitarios. La movida que se generó en este espacio ayudó a Boric a ser reelegido diputado en 2018.

El otro hecho que la historia rescata impregnado de rebeldía magallánica ocurrió en 1984, dos años antes que naciera Gabriel Boric. El “Puntarenazo” fue una manifestación contra Pinochet, en la propia cara del dictador. Quienes viven aquí aseguran que nunca -desde el ‘73, año del golpe- se había producido un acto de protesta contra el gobierno en presencia de Pinochet. Durante una visita oficial, un grupo de vecinos se coló y le gritó y cantó y repitió ¡asesino! La represión de Carabineros obligó a los manifestantes a refugiarse en la Iglesia local. Hubo decenas de detenidos y un blasón simbólico para el espíritu libertario de la ciudad.


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Las casas de Punta Arenas son bajas, todas salvo algunos hoteles y unos pocos edificios; muchas de ellas ostentan una pretensión colonial. En el casco histórico de la ciudad aparecen esparcidas mansiones de época que convocan a la fotografía. Enormes madejas de cables negros cruzan las calles y se apelotonan en los postes de energía de las esquinas.

Una costanera amplia, muchos restaurantes, bares y locales de souvenires, una zona franca con promociones y productos argentinos y ultra marinos, un shopping muy visitado. Los días de verano largos, interminables, el sol apenas tibio tarda en recostarse tras las elevaciones del oeste. En algunas esquinas del centro hay pasamanos para no volarse por el viento eterno, el frío lo es todo.

Ciudad de migraciones, amalgamó no sin tensiones los proyectos vitales de croatas e italianos, chilotas y alemanes, nativos y españoles. Una pluriculturalidad de hecho, sin marco normativo que la denomine. La procedencia croata y catalana de Gabriel Boric Font no es una excepción en la zona. El impulso que promete dar a la designación de Chile como Estado Plurinacional -un reconocimiento a las naciones originarias pre-estatales- arraiga en aquella experiencia propia y comunitaria. Gabriel me dirá su hermano Simón, no hace distingos en ese sentido, no construye desde una apelación nacionalista.

En todo caso, lo que de chauvinista pueda tener lo ancla en un regionalismo heredero de luchas locales contra el marcado centralismo que impuso y aún impone la capital, Santiago.

En la plaza principal de Punta Arenas, una serie de carros de madera, ordenados, ofrecen artesanías regionales: pingüinos, ovejas, imanes de selk’nam -pueblo originario masacrado y desplazado de la región-, y lo que más se vende: Gabrieles Boric en imanes para la heladera y en almohadones. Son la nueva atracción. Los vendedores de la feria celebran la llegada del coterráneo a la presidencia; miden su éxito político en cantidad de imanes. Con mi marido estamos pensando hacer Boric con la banda presidencial para pegar, dice Romina que festeja la inminente asunción en igual medida que la reactivación turística luego de dos años de pandemia.


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Durante mi estadía en Punta Arena hablo con los familiares más cercanos de el Boric, como lo llaman, con amigos de la infancia y la adolescencia, con sus maestros y profesores, con los mozos, taxistas, trabajadores y trabajadoras de Punta Arenas. #BuscandoaBoric es un intento de entender cómo y por qué este joven de 36 años se convirtió en presidente de un país desigual y convulsionado. Me llevo de la ciudad austral respuestas parciales, moldeables a la intención de la mirada sobre este fenómeno político y electoral que a pocos días de asumir promete poner patas para arriba el rígido sistema institucional del país.